En un pequeño pueblo de las montañas de Cochabamba, vivía la familia Pérez, una familia unida pero golpeada por las dificultades de la vida. José y María, los padres, se esforzaban cada día para mantener a sus cuatro hijos, pero la pobreza y la falta de oportunidades hacían que sus sueños se sintieran cada vez más lejanos.
 
José, un hombre de manos curtidas por el trabajo en el campo, veía con preocupación cómo la sequía y la escasez de trabajo reducían sus ingresos a casi nada. Con el corazón pesado, regresaba a casa cada tarde, preguntándose cómo daría de comer a su familia. María, una mujer de rostro amable y siempre dispuesta a sacrificarse, pasaba sus días cuidando de sus hijos y cosiendo ropa para los vecinos, aunque sabía que esas pocas monedas no eran suficientes.Lucía, la hija mayor, veía la preocupación en los ojos de sus padres y sentía una creciente responsabilidad. Aunque era una estudiante brillante y soñaba con ir a la universidad, comenzó a pensar que quizás debería dejar la escuela para ayudar a su familia. Cada mañana, cuando caminaba hacia la escuela, luchaba con la duda: ¿debía seguir sus sueños o debía ayudar a sostener a su familia?